El mundo para los artistas
no es tan ancho como para
el común de la gente

Un mundo
de distintas direcciones

 

 

 

El mundo para los artistas no es tan ancho como para el común de la gente. Creadores nacidos en distintas latitudes pueden tener la misma existencia a pesar de vivir en marcos culturales diversos, existencia que se refleja en su creación. Este es el caso de Horacio Quiroga 

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(1878-1937), escritor uruguayo y Edvard Munch (1863-1944), pintor noruego, conocido mundialmente por su obra, El grito, que ha cumplido más de 100 años.

En Quiroga su relación con la muerte y la desesperanza está presente en su vida.Su primera mujer se suicidó, su padre murió cuando tenía dos años, su padrastro murió en un accidente, mató de un balazo en circunstancias confusas a su mejor amigo. Este exceso de perdidas y desgracias serán recogidas claramente en sus cuentos, especialmente en la serie titulada, Cuentos de amor de locura y muerte, que nos muestra a un escritor en que vivencia y escritura no son antagónicos.

Para Quiroga el lenguaje es el medio de encarar la ferocidad de la realidad, la tragedia y la fatalidad. Por eso abandonó su inicial modernismo de la época, para entregarse al realismo.

Quiroga vivió en la selva del noroeste argentino, y ésta le marcó su huella: exhuberancia, peligro, la violencia de lo salvaje; donde el peligro de un mundo de reptiles venenosos, fieras,fiebres y calores asfixiantes se une a un reinado de sombras y pesadillas. No cesa nunca de fascinarse del mundo cruel de la selva y medir las fuerzas entre el hombre y la naturaleza.

A pesar de su localismo, sus cuentos no dejan de ser universales, el mundo íntimo del hombre, el miedo, la frustración.

Edvar Munch nació en 1863, su padre era médico militar. Cuando Munch tenía cuatro años falleció su madre, más tarde muere su hermana Sophie. Su otra hermana enloquece. Estos sucesos marcan su adolescencia y serán perceptibles en algunas de sus mejores  obras, que se refieren a la muerte, velatorio y entierro; La niña enferma, Muerte de un bohemio, La muerte en la habitación, Coche funerario en la Plaza Postdamer y otras, de algunas de las cuales hizo varias versiones. Su alcoholismo, su profunda comprensión del mundo natural y su horror ante la civilización lo acercan al escritor uruguayo que vivió en la selva muchos años.

Hay en Munch el perpetuo temor de morir joven como su madre y su hermana  o como Osvald de Espectros de Ibsen,  el desesperado anhelo de amor de la Eva eterna, destructora del hombre, que encontramos en sus cuadros;  Madonna y Vampiresa.

La primera etapa de H. Quiroga y Munch son de simbolismo romántico, acompañando el proceso de la época para pasar luego un expresionismo delirante; El grito de Munch y Cuento de locura y muerte de Quiroga son una muestra de delirio del alma.

Para estos dos artistas, el artista no es el héroe de la vida sino el que sirve la realidad, con todo su dolor y sacrificio.

Octavio Paz en su libro, Los privilegios de la vista, un ensayo sobre Munch dice: “Para Munch el hombre es un juguete que gira entre los dientes acerados de la rueda cósmica. La rueda se levanta un momento después lo tritura”. En ésta vivieron H. Quiroga y E. Munch.

 

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