El héroe citadino

 

 

 

"Hormigueante ciudad, ciudad llena de sueños.
Donde el paseante roza el espectro diurno.
Por doquier los misterios corren como la savia
en las venas angostas del potente coloso."

                                                 Baudelaire

 

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Baudelaire

Un nuevo tipo de flâneur postmodernista empieza a asomar en las ciudades europeas,
el observador, el poeta que no corre  había desaparecido en los últimos decenios en que todo era cuestión de ganar dinero, encuentra a un compañero, él que recorre la calles en busca de los deshechos de la ciudad moderna, todo lo gastado,  pisoteado y  despreciado. El triunfo del neoliberalismo ha creado pobreza, el aumento de la desocupación deja tiempo libre, un tiempo para la la miseria y la observación.

El flâneur se pasea por las galerías y como escribía Walter Benjamín, "sin las galerías el vagabundo no podría desarrollar su observación, allí se encuentra como en su casa, cronista y filósofo, el lugar preferido para el paseante y los fumadores". En las galerías, en busca de aire caliente y viciado, en los inviernos, en busca de su otro, el hermano desocupado y marginado; contemplado el paso de los transeúntes de pasos largos en busca de mercaderías.

Al igual que Baudelaire el flâneur es extranjero, ya sea nativo o marginado. En Gotemburgo después de recorrer los cuartos de desperdicios de su barrio, se dirige a la galería "femma" o a la sala de periódicos de la biblioteca central, lee, habla y observa con su movimientos lentos rechaza el postmodernismo y al contrario de Marx que en la proposición en el programa de Ghota dice: "El trabajo es la fuente de la riqueza y de toda su cultura", se conforma con su situación de desocupado e ignorante en algunos casos.  A pesar de sus variaciones es un personaje gris que no se le advierte cuando está solo, sólo sabemos que existe cuando comparte un grupo.

Es un abandonado en la multitud, humillado ante el consumo que no puede compartir, se resigna a su suerte. Observa pero no interviene, individualista rechaza la histeria colectiva.

Su condición  de  extranjero le hace dudar  de todo acervo cultural., se sonríe, no cree, se automargina. A diferencia de sus compañeros de grupo sufre pero no se queja, es el héroe contemporáneo Lo acompaña siempre siempre un diario vespertino sustituyendo al folletín del flâneur modernista. Puede ser nómade y extranjero varias veces. Melancólico y enamorado de un espacio que no le corresponde, aspira todo el tiempo a la amistad para luego huir a su soledad. No pertenece a ningún lugar ni tiempo, ningún amor; el presente es suspenso. Está  libre de lazos con su grupo, sin trabajo ni ataduras, le sobra el tiempo. Se aburre y sufre sus soledad, pero no se queja.

Este gran detective, no va a la caza de delincuentes, no  busca de nada, las cosas le suceden repentinamente. Es el bohemio que con su conocimiento y su nada que perder incomoda a la burguesía.

Muchas veces asomado en el marco de una ventana observa a los transeúntes, a los comercios repletos de gente, a los autos corriendo a una velocidad que no entiende.

Siempre rechazando el consumo quisiera volver al pasado, un pasado que no sabe definir.

La indiferencia es su caparazón, insensible, distante, parece estar fuera del alcance de los ataques y rechazos que, no obstante, siente con la vulnerabilidad de un pájaro. Sólo distante, puede conservar su orgullo de poseer una verdad.

El flâneur sueña en su ciudad.

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